Nacido en Castrillo de Duero el 5 de septiembre de 1775 era labrador y sus hazañas empiezan cuando una tarde al volver a su pueblo (él vivía con su mujer en Fuentecén) le cuentan que dos soldados franceses han violado a la hija de los señores de la casa en la que dormían. Enfurecido habla con su hermano y un amigo y salen a caballo tras ellos. Regresan al cabo de unas horas con los caballos y los sables de los dos franceses. A partir de ese momento los tres son prófugos.
La respuesta tan negativa a la invasión francesa fue que se consideró una traición, y lo era. Napoleón había obtenido permiso del Rey para atravesar España con destino a Portugal, pero en cada ciudad por la que pasaban sus tropas iban dejando retenes y obligando a los paisanos a darles cobijo y suministros. Este ir dejando militares a su paso demostraba que su intención esa invadir la península y colocar a su hermano José como rey, que fue lo que hizo.
A “El Empecinado” (llamado así por la pecina que hay en su pueblo en las orillas y recodos del río Botijas) se le fue uniendo más gente. El primero su tercer hermano. Se dedican, siempre errantes, a interceptar convoyes franceses con mensajes, órdenes y suministros, y se hacen tan conocidos que el General Moore (un inglés que estaba al mando de las tropas británicas en España) le da dinero para que compre caballos para todos.
El 2 de mayo se produce un levantamiento popular en Madrid al que se une el Cuartel de Monteleón. Son los únicos militares que apoyan ese levantamiento, a pesar de haber una orden de no intervenir. La gente amotinada en la Puerta del Sol viendo que los franceses responden a cañonazos se dispersa por las calles, yendo muchos hacia el Cuartel. Allí se encuentran los capitanes Daoiz y Velarde que abren las puertas y se unen a la defensa del cuartel que va a ser asaltado por los franceses y donde morirán los dos capitanes.
En vista de los acontecimientos el Alcalde de Móstoles lee la proclama de llamada a toda España a defender la patria y queda declarada la Guerra de la Independencia (mal llamada de la Independencia puesto que nunca habíamos dependido de ellos)
Para cuando esto llega la cuadrilla de guerrilleros de El Empecinado ya es conocida. Imitándolos surgen otros por distintas partes, el cura Merino, Bartolomé Amor (que actuó como ellos, pero era militar), Nomdedeu, Vicente Doménech, Jaúregui, Romeu, El Palleter, etc. Algunos lucharán juntos en distintos lugares.
Napoleón encarga a José Leopoldo Hugo (hijo de Víctor Hugo el escritor) que acabe con él. El mismo General Hugo reconoce lo difícil de la empresa en cartas a Napoleón.
Benito Pérez Galdós que le dedica el núm. 9 de sus “Episodios Nacionales” dice de él: era «un guerrillero insigne que siempre se condujo movido por nobles impulsos, generoso, leal y sin parentela moral con facciosos», Tenía un instinto natural para la guerra de guerrillas, única manera de luchar contra un ejército tan enorme. No podían enfrentarse abiertamente.
Cuando acaba la guerra y Fernando VII regresa, llega a Valencia y jura la Constitución de Cádiz. Pregunta a Juan Martín qué quiere que le conceda y él le pide “poder utilizar como apellido Empecinado “ Se retira a su pueblo recién ascendido a Mariscal de Campo.
El Empecinado llegó a ser tan famoso que todos los periódicos hablaban de él para ponerlo por las nubes. Fue tal su fama que Goya lo pintó para que entrase en la galería de hombre ilustres de España.
Enseguida se verá que el rey es un absolutista que anulará la constitución, implantará otra vez la Inquisición, etc.
En protesta a este absolutismo, empieza a haber revueltas hasta que Riego (el famoso pronunciamiento de Riego) se levanta (será fusilado) y El Empecinado se une otra vez a la lucha. Es liberal convencido y ahora lucha por acabar con Fernando VII. Durante el Trienio Liberal tuvo un poco de calma y fue nombrado Gobernador de Zamora.
Poco a poco van cayendo todos los liberales, él lo hará en Extremadura. Huye hacia su pueblo y es detenido en casa de un primo y llevado a Roa. Allí estará preso, en condiciones penosas. Los días de mercado se le pasea enjaulado para que la gente lo insulte. Sabiendo cómo puede acabar, el Duque de Wellintong y el propio rey inglés le piden a Fernando VII clemencia para él, pero el rey firma la sentencia de muerte. Es condenado a la horca y considerado un bandido. En el último momento rompe las cadenas y los soldados lo detienen a bayonetazos. Dicen que es posible que estuviera muerto cuando lo arrastraron a la horca. Tenía 50 años.
Jiménez Losantos dice de él: “El ahorcado de Roa ha pasado a la Historia como héroe entre los héroes y su regio asesino como el mayor villano de entre los nuestros”. Efectivamente fue el peor rey que uno pueda imaginarse, falso, cobarde, traidor, tanto que ha pasado a la historia como el “rey felón”.
Hace 13 años se pusieron en funcionamiento dos asociaciones que organizan actos para conmemorar a su vecino más famoso y conocido: Juan Martín Díez “El Empecinado”.
Una de ellas recrea su boda y la otra, el “Círculo Cultural Juan Martín el Empecinado”, su nacimiento y en Roa su muerte. Esta asociación, a la que pertenezco, distingue a las personas que de alguna manera difunden la historia de su personaje. Tengo el honor de haberme sido impuesta su medalla por mi libro “Yo estuve allí”.
El pueblo tiene un Centro de Interpretación dedicado a él. Están dispuestos a que no muera nunca su recuerdo.
María Antonia Mantecón