Pirro, nació en el 318 a.C. y falleció ya en pleno siglo III a.C. en el año 272. Sus soldados le llamaban “El águila” y fue basileos, una especie de rey, de Epiro, actualmente ubicado en el norte y oeste de Grecia.

 

Fue su líder desde el 307 al 302 a.C, cinco años. Después de un inciso, volvería a serlo. También ostentó brevemente la corona de Macedonia en dos ocasiones.

Pese a que PÍRRICA sabemos que significa “desastrosa” fue uno de los mejores generales de su época y uno de los grandes rivales de Roma.

Consiguió hacerse con parte de Macedonia y Tesalia.

A pesar de ser un gran general tenía algo que no agradaba. Acababan echándolo de todos los sitios. Su misma gente lo echó del trono cambiándolo por Lisímaco de Tracia. Conquistó Sicilia y también lo echaron.

Ya de vuelta en Grecia se enfrentó con Antígono II Gónatas de Macedonia, se apoderó del reino y emprendió una guerra contra Esparta, otra de las ciudades-estado más importantes de la Grecia antigua y clásica.

Pirro se enfrentó a Roma -Las guerras Pírricas- y aunque los romanos eran superiores en número, el hecho de llevar los griegos 20 elefantes hizo que los romanos huyeran ante animales que no conocían.

Ganó la guerra, pero perdió 1.000 hombres de los 25.000 que llevaba y no pudo tomar Roma.

La segunda batalla fue del estilo de la primera, ganó, pero… con grandísimas pérdidas por su parte.

Cuentan que, al felicitarle por la victoria, él dijo «Otra victoria como ésta, y tendré que volver a casa solo».

Ese es el significado de “victoria pírrica”. Victoria que no merece la pena si comparamos el coste con los resultados.

 

María Antonia Mantecón