El término grafiti que se ha hecho tan popular, procede de la palabra italiana “graffiare” o sea, garabatear. Aunque la palabra sea relativamente moderna, no lo son las pintadas, porque, ¿qué son más que grafiti los indescifrables jeroglíficos de los macedonios, griegos o egipcios escribían en las paredes?, ¿y las pinturas murales?, ¿y las inscripciones en los árboles con la navaja (José y María, Carmen y Juan, etc.), ¿y las pintadas de toda la vida como “¡Hala Madrid!”, ¿y los nombres en los pupitres?, ¿y las de las puertas y paredes de los retretes públicos? y, y, y
Como ejemplo de grafiti públicos y antiguos no hay más que mirar Pompeya, se lleva la palma, no creo que haya ninguna ciudad de esa época con tantos y tan curiosos. Ejemplos: “Cuando vayas a Nuceria, busca a Novelia Primigenia, en la puerta de Roma, en el distrito de las prostitutas”, o “me follé a la camarera”, o “Vida mía, mi delicia, vamos a retozar un poquito. Imaginemos que este lecho es un campo llano”, o “Yo estuve aquí”. Una de estas pintadas ha valido para determinar la fecha de la erupción del Vesubio.
Otros muchos eran de propaganda electoral. El senador que lo encargaba pagaba para que lo hicieran de noche y sin que se enterase la gente. Ahora también lo pintan de noche, pero por la policía.
En Roma, cuando el senado mandó cerrar los prostíbulos, apareció una pintada que decía “los 11 viejos de pene seco pretenden privarnos del placer” no se puede ser más directo. Hay otros que son claramente denuncias sociales “Ampliatus Pedania es un ladrón” o simples chismorreos como “Restitutus ha engañado a muchas chicas muchas veces”.
¿Qué son sino grafiti las pinturas de Altamira y todas las prehistóricas? ¿Y las de Indonesia descubiertas en 2008 que tienen 40.000 años? Nada nuevo bajo el sol.
El grafiti en su forma moderna, tal como lo conocemos ahora, nace en Filadelfia y se conoce como bombing (bombardear poniendo su nombre por todas partes) y los autores solo pretendían llamar la atención sobre su nombre, justo lo contrario de lo que se entiende por grafitero, ya que no está bien visto que los artistas lo firmen.
De Filadelfia pasó a Nueva York, concretamente al Bronx, y ahí se convierte en lo que es ahora.
La diferencia entre los antiguos y los modernos es que aquellos sólo utilizaban el rojo o el negro y ahora usan todos los colores, y en que algunos de los grafiteros actuales se han convertido en reputados artistas, como Bansky.
Lo que continúa igual es la polémica de si es arte o vandalismo.
María Antonia Mantecón