El mítico rey Salomón, hijo del rey David y Betsabé, que escribió, según la Biblia, el Cantar de los Cantares y los Salmos, al que se le atribuyen también Los Proverbios y el Eclesiastés, y que aparece a veces como rey Salomón y otras como hijo de este rey, del que se dice que era sumamente inteligente y rico, casi con poderes mágicos, al que se le atribuye la construcción del Templo de Jerusalén, su Palacio real, sus murallas y otras tres ciudades, resulta que se está empezando a poner en duda su existencia.
Las modernas excavaciones arqueológicas, 1993, en Tal Dan, al norte de Galilea, encontraron una pieza de basalto con una inscripción en la que se habla de “Bet David”, traducido como “Dinastía de David”, lo que demuestra que efectivamente hubo un rey llamado David que fundó una dinastía en Israel y que cronológicamente coincide con la época en que nos dice la Biblia.
Pero pasamos a su hijo Salomón. Se han excavado las tres ciudades que se dice fundó, Megido, Hazor y Gezer, sin haber encontrado nada que haga referencia a él. Lo mismo ha pasado con las realizadas en las cercanías del Templo de Jerusalén. Sin embargo, SÏ se han encontrado alusiones al faraón Amenhotep III, conocido como Rey de Reyes. Resulta curioso que este rey tuviera un imperio que llegaba desde el Nilo al Eúfrates, era un faraón muy constructor, como ejemplo el templo de Amnón en Karnak y los Colosos de Menmon, también heredó de su padre un harén en el que estaba incluida la hija del faraón, además se casó con su hermana (era costumbre) y recibió en dote la ciudad de Gezer, coincide además en que fortificó Jerusalén y las otras tres (las mismas que se atribuyen a Salomón) y guardó en ellas los carros de guerra, su reinado fue próspero y brillante y también dividió su reinado en doce partes y se le atribuyen poderes mágicos, sólo hay una diferencia: Amenhotep III vivió 400 años antes que Salomón (siempre según la Biblia).
Uno de los padres de la Iglesia, Orígenes ya decía que Salomón ni había escrito algo en la Biblia ni los Salmos eran de él, sino de un cristiano del siglo I.
Otro de los mitos que más ha proliferado era el de “las minas del rey Salomón” que unos situaban en Asia y otros en África, y de las que decían procedían las riquezas de este Rey. Por fin se han situado cerca de Aqaba, en el Mar Rojo y son minas de cobre con una fundición cerca de ellas. Las minas de Timna. ¡Oh, Sorpresa! al excavarlas se encontraron amuletos egipcios.
¿Es mucha casualidad o al hablar de Salomón le atribuyeron las cualidades y realidades de este faraón egipcio?
María Antonia Mantecón