Estamos en la segunda semana de aislamiento en nuestras casas y esta situación que ha cambiado
nuestras rutinas de forma repentina, hace que nos tengamos que adaptar a los cambios que ello
representa.

 

La pandemia del coronavirus está provocando diferentes respuestas emocionales en función de
la manera de procesar e interpretar cada persona esta circunstancia. Además, es importante señalar
que, dependiendo del riesgo de exposición al coronavirus, las respuestas emocionales pueden ser
diferentes o de mayor intensidad. En este sentido, el primer artículo de una serie de publicaciones
que vamos a ir dándolo a conocer, vamos a dedicarlo a las personas que están trabajando fuera de
casa para proteger y cuidar a los demás. ¡MIL GRACIAS A TODOS/AS ELLOS/AS!

Sanitarios, personal de limpieza, transportistas, policías y fuerzas de seguridad, empresas y
personas que realizan tareas de producción distribución y venta de alimentos o productos sanitarios,
periodistas… y un largo etcétera de personas que necesariamente están trabajando fuera de sus
casas con una mayor exposición al contagio, pueden sentir miedo y angustia, así como gran
preocupación para no contagiarse ellos mismos/as o transmitir la enfermedad a otros compañeros o
cuando llegan a sus hogares. El desgaste físico que están experimentando estos colectivos pueden
generar dolores de cabeza y en las articulaciones, agotamiento, problemas del sueño y de
alimentación, irritabilidad, cambios de humor y enfados o cabreos… ante la falta de medios, escasez
de personal, sobrecarga de trabajo o falta de reconocimiento.

El sector sanitario fue el primero en ser informado de la situación que se nos venía encima por la
expansión del coronavirus pero difícilmente se podía calibrar exactamente la envergadura de esta
situación. Inicialmente, se les proporcionaban cursos para saber cómo tomar las medidas adecuadas
de protección para ellos mismos y los pacientes. Sin embargo, tal y como nos están comentando desde
algunos hospitales y residencias, la falta de materiales y personal está contribuyendo a que en algún
momento, se sientan desbordados y agotados física y psicológicamente. La avalancha de pacientes, su
gran profesionalidad a la hora de querer dar lo mejor de ellos y ayudar y paliar el sufrimiento de las
personas enfermas en sus casas o ingresadas en hospitales, el miedo a contagiarse ellos mismos e
introducir la enfermedad en sus hogares, las decisiones sobre la vida de otras personas, ver cómo
pacientes se van apagando o fallecen, etc. generan reacciones emocionales que pueden ir de llanto a
la tranquilidad, de la rabia a la tolerancia, del desánimo o desesperación a la calma… Es un vaivén de
emociones y sin tiempo apenas tiempo para poder expresarlas.

Asimismo, otros trabajadores de otros sectores, no solo el sanitario, pueden experimentar
reacciones similares, producto también del estrés y cansancio acumulados ante esta situación.
Ante esta situación de estrés prolongado es importante para lograr centrarse en el trabajo que
sus pensamientos sean lo más positivos que puedan. Por ejemplo, pensando que la labor que están
haciendo les convierte en héroes porque sin ellos el resto de la sociedad moriría por la enfermedad, de
hambre, por falta de higiene, por no controlar que nos quedemos en casa… No solo personas, sino
también animales en granjas, zoos… sufrirían si no hubiera personas encargadas de su cuidado y
alimento. Es fundamental que todas las personas que trabajan fuera de casa piensen que, pese a las
dificultades con las que se están encontrando, sin ellos no seríamos nada los demás y que están
haciendo una gran labor.

Es lógico que en algún momento se sientan abrumados y sobrepasados por la situación. Les
puede ayudar desahogarse diciendo lo que piensan realmente. Si algunas personas sienten rabia, es
conveniente que expresen de forma abierta lo que sienten y piensan. Hablar sobre lo que les indigna
o causa dolor es una forma de liberar la tensión.

Otra forma de liberar la tensión es permitirse llorar. A cualquier persona, cuando estamos al
límite de las fuerzas, llorar hace que nos calmemos y, aunque no lo parezca, de nuevo sacar más
fuerzas para afrontar las situaciones que nos desbordan.

Si en algún momento se discute con algún compañero o cualquier otra persona, que ambas
partes no lo tomen como algo personal. Es fruto de la tensión que se está experimentando y a todos
nos puede pasar. Comprender a la otra persona y no querer tener la razón ayudará a relajar la tirantez
de la situación.

En los momentos de descanso o cuando lleguen a casa, distraerse se puede convertir en la mejor
opción. Si se quiere y se convive con familiares en casa pueden comentar cómo se sienten pero es
importante no sobreexponerse a lo acontecido en el trabajo o más noticias relacionadas con el trabajo
y el coronavirus. Tanto si se vive solo como en compañía, ver una película divertida, darse un baño
relajante, conectarse un ratito con amigos y allegados a través de las redes sociales para charlar de
cosas agradables, escuchar música para relajarnos o activar nuestro estado emocional… ayudarán a
sentirse mejor.

Es evidente que uno de los problemas que más preocupan a los colectivos que estos días están
trabajando fuera de casa, es el miedo a contagiar a los suyos cuando llegan a casa. Es difícil llegar a
casa y que no puedan abrazar a sus hijos, parejas o mayores… Un abrazo no solo implica el contacto
físico. Abrazar es envolver a una persona con una sonrisa, abrazar es comunicar con nuestra palabras
el amor y afecto que sentimos – aunque sea a una distancia de metro y medio – abrazar es hacer lo
mejor para nosotros mismos y los demás en esta situación, abrazar es querer aunque no se toque
físicamente a la otra persona, abrazar es comprender que tenemos que esperar a que todo esto pase
para darnos achuchones y besos…

Sabemos que el temor a contagiar a sus seres queridos angustia a las personas que están más
expuestas al coronavirus por sus trabajos y seguro que están tomando las medidas de protección
adecuadas respecto a sus familiares (mantener las distancias, hábitos de higiene…). Pese a ello, es
fundamental que no se sientan responsables ni culpables en caso de que se dé esta circunstancia,
porque ellos han hecho todo lo que estaba en sus manos para poder evitarlo.

Cuidar la alimentación, poder dormir, descansar… en la medida en que se pueda facilita que el
cuerpo recobre energía y se sienta más preparado para volver a trabajar al día siguiente.
Es adecuado pensar que cada día que pasa, es un día menos y que todo esto pasará y
volveremos a la normalidad, aunque en algunas personas las experiencias impactantes a las que se han
visto sometidas, le pueda dejar una cicatriz. Es crucial que, desde la psicología, brindemos apoyo a
todas estas personas tanto en estos momentos como después de que haya pasado estas situación.
Por otra parte, los familiares de las personas que están en primera línea para frenar la
expansión del coronavirus y para cubrir necesidades básicas, también experimentan una gran
angustia y temen por la salud de los allegados que están trabajando fuera de casa y de la suya
propia. Como hemos comentado, mantener una distancia mínima y hábitos de higiene extremando
las precauciones es esencial. Dar apoyo, ánimo y cariño, evitando transmitir nuestra angustia o
temores a los familiares que trabajan fuera de casa, les aportará tranquilidad. Por el contrario,
agobiarles con preguntas o atención exagerada solo incrementará su malestar. Los que se quedan en
casa son los que harán las tareas domésticas y proporcionaran un clima de tranquilidad y sosiego. Los
niños pueden recibirles con una pancarta diciéndoles lo que les quieren, admiran y pintándoles con los
trajes de sus héroes favoritos o con alguna canción que se hayan inventado.

Asimismo, en el caso de que las personas que tienen familiares que trabajan fuera, distraer su
mente es una de las claves para que no se obsesionen pensando en que les puede pasar algo.
Estrategias como hacer algún sudoku o sopa de letras, recordar una película, pensar en cómo pueden
combinar la ropa que tienen en el armario, resolver alguna adivinanza o cualquier otro ejercicio que
haga que nuestra mente esté ocupada… evitará que se caiga en la espiral de pensamientos que solo
nos provocan malestar.

Todas estas personas y sus familiares que también están sufriendo la situación SON HÉROES
anónimos que no solo aplaudimos a las 20.00 horas desde nuestros balcones y terrazas, sino que
también debemos ayudar: primero, siendo responsables y quedándonos en casa y, en segundo lugar,
aportando desde nuestras casas lo que cada uno/a pueda ofrecer. Algo tan sencillo como poderles
hacer la compra o comida y poder dejársela en la puerta de su casa, hacer donaciones económicas -en
la medida que cada uno pueda – para comprar material necesario en hospitales y residencias, poner
nuestra profesión de forma altruista al servicio de estas personas para colaborar en lo que se pueda,
quedarnos durante el confinamiento al cuidado de los hijos/as o personas mayores de trabajadores
que no tiene con quién dejar a sus hijos o mayores, enviándoles nuestras muestras de cariño a través
de whatsapps o redes sociales, escuchándoles cuando quieran desahogarse, intentando los vecinos no
hacer ruido para que descansen cuando lleguen a casa, facilitar el avituallamiento y aseo de las
personas que están en la carretera, cogiendo los productos necesarios en supermercados y lugares de
alimentación sin agobiar con preguntas a los vendedores (no pasa nada si no queda algo de lo que
queremos, podemos comprar otra cosa) etc. son pequeños detalles que pueden hacer que se sientan mejor.

 

Esta situación representa una emergencia y, como tal, es conveniente que se creen grupos de
trabajo con profesionales de la psicología para llevar a cabo los Primeros Auxilios Psicológicos a todos
estos colectivos en el momento actual y cuando ya haya pasado la pandemia. Por ello, ME PONGO AL
SERVICIO DESDE EL ÁMBITO DE LA PSICOLOGÍAS CLÍNICA, DE FORMA ALTRUISTA, PARA COLABORAR
Y AYUDAR TODAS ESTAS PERSONAS QUE ESTÁN TRABAJANDO PARA CUIDAR NUESTRA SALUD Y QUE
NOS FALTE LO NECESARIO.

 

Consuelo Tomás. Psicóloga, especialista en Psicología Clínica y en
Adicciones.
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