Fue un pirata francés, normando para más señas, que pasó a la historia por haber destruido La Habana en 1555.

Empezó su carrera con otro conocido filibustero, también francés, François Le Clerc “pata de palo” (el primer pirata que usó prótesis de madera para una pierna. Lo del parche en el ojo vendría después). Actuaban con “patente de corso” del rey francés y probablemente de la reina inglesa, que envidiaban las riquezas que llegaban a España de allende los mares.

Pronto se estableció por su cuenta, con barco y tripulación propia y pensando que Cuba era la mayor isla de las Antillas y por lo tanto habría más oro y riquezas acumuladas allí, organizó un ataque a San Cristóbal de la Habana. Ya había actuado sobre Santiago y Puerto Príncipe.

San Cristóbal de La Habana hacía poco que se había convertido en la sede del gobierno. Era una pequeña villa que solo contaba con una antigua fortaleza, la “Fuerza Vieja” como única defensa. En ella había 1 cañón llamado “El Salvaje” (dice un cubano “siempre hemos sido grandilocuentes, incluso en la miseria”) y otros 2 casi recién colocados, 1 culabrina y 8 falconetes (cañones pequeños que se usaban más sobre las personas) En el poblado había 16 hombre a caballo y 65 a pie. Las casas no eran resistentes y después del ataque solo quedó en pie la que Sores había tomado como su centro de operaciones.

No se sabe cuántos barcos participaron, unos dicen 2 y otros 40 (mucha diferencia) y 200 hombres. Era el 10 de julio. En cuanto el vigilante dio la noticia de su arribada a la costa, el gobernador Angulo salió disparado ( o huyendo) hacia Guanabacoa queriendo montar allí un ejército con los pocos españoles que le habían seguido y los aborígenes que habían sido ubicados allí.

En la fortaleza se había atrincherado el alcalde Lobera con los pocos negros, mestizos y españoles que encontró y contando solo con 4 ballesteros, esperando que el Gobernador no hubiese huido cobardemente y regresase con fuerzas de repuesto. Al amanecer del día siguiente habían muerto 2 de los ballesteros, comprobaron que estaban totalmente rodeados, y se rindieron. Lobera pactó una rendición honrosa con De Sores que fue aceptada por el pirata, pero en ese momento apareció Angulo con los pocos indígenas que había reunido. El efecto sorpresa que podía haberles favorecido se vio anulado por los gritos de los indios, Sores dio por hecho que era una traición por parte de Lobera, rompió el pacto y durante casi un mes se dedicaron a quemar, matar y arrasar todo.

La Habana quedó totalmente derruida. Lo primero que destruyeron fue la “Fuerza Vieja” una antigua fortaleza que España tenía totalmente desprotegida. No contentos con acabar con la pequeña ciudad, quemaron todos los barcos y los alrededores. Este ataque puso de manifiesto lo desprotegida que estaba la isla, lo que supuso la construcción de grandes fortalezas como El Morro, San Salvador de la Punta o El Castillo de la Real Fuerza.

El 5 de agosto y sin haber conseguido las riquezas que soñaba, Sores abandonó Cuba dejando a La Habana con la etiqueta de “villa pobre”, lo que evitó a la ciudad futuros ataques piratas.

Gonzalo Pérez de Angulo, último gobernador civil de La Habana fue traído a España por Lobera para ser juzgado por cobardía. Murió en prisión ese mismo año.

Jacques de Sores siguió su vida de corsario atacando varias islas de Canarias. Con fama de sanguinario y cruel, fue conocido como el “Ángel Exterminador”

Tenía una manía especial a los sacerdotes católicos (él era hugonote). En 1570 asesinó a 40 jesuitas que iban de misioneros a América en un barco llamado “El Santiago” Solo se salvó el que era cocinero, trabajó para ellos hasta que volvieron a Francia. En la isla de La Palma hay cruces en el fondo del mar para señalar el lugar donde fueron arrojados.

Se supone que murió alrededor de 1570 por los mares de Brasil.