Nacido en Paiporta en 1783, a los 8 años se traslada a vivir a Valencia, al barrio de Patraix con unos familiares.

 

Vestía traje de huertano con faja a la cintura y se dedicaba a vender pajuelas (unas pajas untadas de azufre) que se usaban para encender la lumbre, antes de existir las cerillas. De ahí el apodo.

Estamos en 1807, Bonaparte y Godoy han firmado en Fontanebleau el permiso para que los franceses atraviesen España para llegar a Portugal, diciendo que pretenden invadir y conquistar Portugal.

El ejército francés va ocupando los pueblos y ciudades por los que pasa, lo que hace que todos sepan que están ocupando España, no cruzándola.

Se produce en Madrid el levantamiento del 2 de mayo y a partir de ahí irán haciéndolo otras ciudades. Valencia será el 23 de mayo.

El 25 se crea la Junta de Gobierno, que no va a depender de ningún otro organismo, ni siquiera del Central. Se reúnen los militares y los notables para firmar un Acuerdo, pero ante las dudas que tienen, es Vicente Domenech quien rompiendo su roja faja reparte los trozos, se queda el más grande, pone en un lado una foto de la Virgen de los Desamparados y en la otra la de Fernando II, lo ata a una caña y enarbolándolo como una bandera, y subido a una silla grita “Un pobre palleter li declara la guerra a Napoleón: Vixca Ferrán VII y muiguen els traidors”

La multitud se fue arremolinando a su alrededor y de dirigió al Palacio de la Generalitat, allí el Padre Rico subió al salón donde estaban reunidos y solicitó que se declarase la guerra y se diera orden de alistamiento. En el Palacio del Real consiguieron la promesa de entregar armas al pueblo.

Funcionaron a base de guerrillas, como en tantos sitios, y la orografía valenciana favoreció su resistencia. Los pueblos que más les sirvieron de enclaves fueron Jávea, el valle de Albaida, Bocairente y Cofrentes.

No se sabe que fue de Vicente, es posible que muriera en la defensa de Valencia, cerca de las Torres de Quart o fusilado por los franceses, como creen algunos.

Su figura, representada en 3 esculturas repartidas por la ciudad sigue siendo la idea del pueblo valenciano que lucha por la independencia de su patria y de su tierra.

 

María Antonia Mantecón